La Ciudad

Marplatenses recuperados donan plasma para enfermos de Covid-19

Se trata de una técnica que se está realizando en todo el mundo para intentar combatir la enfermedad y en la ciudad comenzó la semana pasada. LA CAPITAL habló con Cristian, uno de los primeros marplatenses contagiados y recuperados. La donación de su plasma permitirá ayudar a al menos tres personas.

Un viaje a Brasil, un regreso al país anticipado y un positivo de coronavirus fueron sólo el inicio del huracán que cambió de un minuto a otro la vida de Cristian, el marplatenses que después de veinte difíciles días logró recuperarse del virus y este martes dio un paso fundamental: donar su plasma para posibles nuevos casos de Covid-19. Tal como ocurrió cuando se contagió en marzo, en este procedimiento también estará entre los primeros de la lista con sello local.

Cristian prefiere ser identificado sólo con su nombre de pila. Junto a Georgina, su pareja que también tuvo coronavirus, son padres de tres nenas de 3, 9 y 10 años y aseguran que todavía no le contaron a todo su círculo las dificultades atravesadas en los últimos tres meses, por lo que prefieren no alarmar, pero sí contar su historia. “Es importante colaborar porque sirve”, dice él, mientras recuerda, al otro lado del teléfono con LA CAPITAL, todas las situaciones que lo llevaron hoy a tener en sus venas sangre útil para los miles de contagiados que hay en el país.

El plasma es el componente líquido de la sangre que ayuda a la coagulación y la inmunidad. En él, están los anticuerpos que combaten las infecciones, por lo que las personas que lograron recuperarse del coronavirus tendrán en su plasma sanguíneo anticuerpos que los ayudarán a protegerse contra el virus.

La donación de plasma de convalecientes en tratamientos contra el coronavirus está en plena etapa de investigación. Si bien hay reportes de su uso en todo el mundo y especialistas aseguran que está justificada la idea de que aportando los anticuerpos los mismos pueden bloquear el virus, toda evidencia recopilada hasta el momento es parcial. Pero para la continuidad de los estudios, la donación, que lleva apenas una hora y no implica riesgo alguno para el donante, es crucial.

En Mar del Plata, que desde iniciado el brote a nivel local lleva 43 casos positivos, las primeras dos donaciones tuvieron lugar este viernes gracias a Marianela, la enfermera contagiada y recuperada de la Clínica Pueyrredon, y su hijo. Este martes, en tanto, era el turno de Cristian y Georgina, pero por una particularidad que se da en los anticuerpos de las madres con más de tres hijos, sólo él pudo donar.

“Desde el minuto cero mi mujer quería donar, ella estaba más informada que yo en ese tema e insistió mucho desde que nos dimos el alta. Por fin llegó el día, pero una pena que sólo yo pude hacerlo. Después de vivir lo que vivimos queríamos ayudar”, asegura Cristian.

Mariela también donó su plasma.

El inicio

Todo comenzó el 10 de marzo, cuando la familia completa decidió realizar el viaje a Brasil que venían planificando hace meses. En el mundo todavía no había una pandemia declarada (la Organización Mundial de la Salud lo hizo el 12 de marzo) y las noticias más trágicas venían del otro lado del océano, en España e Italia. En Argentina el número de contagiados subía a 19 y eran todos casos importados, sobre todo de países de Europa. En Mar del Plata, mientras ellos viajaban hacia Buenos Aires, se confirmaba el primer caso.

Al sexto día de viaje comenzaron los problemas. Cristian recibió la notificación que el vuelo de regreso a Argentina había sido cancelado. Al día siguiente, fue al aeropuerto, donde no recibió ninguna respuesta, por lo que decidió volver veinticuatro horas después, pero con toda la familia y las valijas preparadas para volver en cuanto aparezca una oportunidad. Y apareció, casi al final del día.

“Estábamos en lista de espera para volver con Aerolíneas Argentinas, pero surgió una oportunidad de último momento: un avión de Emirates que venía de India e iba para Buenos Aires tenía 11 lugares disponibles. Nos los ofrecieron y aceptamos felices… ahora creemos que ahí se pudo haber dado el contagio”, evalúa Cristian, exactamente tres meses después de ese día.

El jueves 19, horas antes de que comience a regir la cuarentena obligatoria en todo el país, la familia aterrizó en Ezeiza, donde su cuñada ya les había dejado el auto para su vuelta a la ciudad. En el camino, los pararon dos veces. En Mar del Plata, les tomaron la temperatura al llegar. Ya bajo confinamiento estricto y a las pocas horas de llegar comenzaron los síntomas. “El sábado sentí una pequeña molestia en la garganta, pero pensamos que podría llegar a ser del aire acondicionado del aeropuerto. Pero a los días empecé con un poco de tos y dolor de cabeza. Recién el lunes a la noche tuve un poco de fiebre por tres o cuatro horas. Al otro día, llamé al 107 y me llevaron a la Clínica Pueyrredon”, detalla.

El resultado positivo de su hisopado se lo enteró por televisión. “Dijeron que un hombre de 30 años que había vuelto de Brasil tenía coronavirus. Me empezó a llamar todo el mundo”, recuerda, aún con sorpresa de que la información corriera tan rápido.

Aislado en la Clínica Pueyrredon, insistió por todos los medios que le hagan un testeo a su pareja e hijas. Sin embargo, el hisopado a ella se hizo cuando comenzó con síntomas: tos leve y unas horas de 38.3° de fiebre.

“Antes del testeo nos aseguramos que de dar positivo, nos dejen seguir la cuarentena en casa, ya que si bien éramos sintomáticos estábamos bien y no queríamos dejar a las nenas. Nos dijeron que sí”, cuenta Cristian.

Sin embargo eso no fue posible. Como temían, Georgina dio positivo y tuvieron que pasar 21 días para que ambos pudieran ver de vuelta a sus hijas, que habían quedado a cargo de familiares.

En la ciudad, la donación se realiza en el Centro Regional de Hemoterapia.

La espera

En el medio, la angustia y la incertidumbre. “Lo único que veíamos en la tele eran noticias, y de las malas. Muertes, gente contagiada”, recuerda.

A los pocos días, ambos comenzaron a mejorar pero en el caso de Cristian el olfato y el gusto no volvían. “De hecho, es uno de los síntomas que más tarda en irse. Cuando me dieron el alta tardé unos días en volver a recuperarlos”, destaca.

Cada tres días la pareja era hisopada para determinar la presencia del virus en el cuerpo. El resultado era casi siempre el mismo: positivo. Sólo en dos oportunidades Georgina pareció haberse librado del virus, pero el segundo testeo arrojaba lo contrario. Más de veinte días después, y tras dos hisopados negativos, les dieron el alta definitiva.

“No se lo deseamos a nadie, fueron días muy difíciles. Justo cuando estábamos en la clínica también había dado positivo otro chico joven que había vuelto de Estados Unidos y estaba tranquilo y riéndose. Tenía apenas unos años menos que yo, pero la enfermedad fue diferente. Además, no había tenido que dejar a tres hijas”, señala. Hoy asegura que su salud está “muy bien”, aunque reconoce que se cansa más rápido.

“A las dos semanas de recuperados nos hicimos chequeos médicos por nuestra cuenta. También hicimos una cuarentena estricta por más tiempo. Nuestra familia cumplió el protocolo desde el primer momento, el problema es que hay gente que no hace lo mismo”, señala e insta a estar atentos a los síntomas.

El turno para la donación de plasma finalmente llegó. Como cuando se contagió, Cristian fue uno de los primeros en hacer el procedimiento en la ciudad. Hacerlo fue también un cierre de un momento difícil en la vida de su familia.

“Después de lo que vivimos queríamos ayudar. Ayer fuimos nosotros, pero mañana puede ser un amigo, un familiar, el que sea. Es importante colaborar porque sirve”, insiste, con la esperanza de que en un mundo sin vacuna contra el Covid-19, su sangre al menos pueda ayudar a otros.

 

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